
Danielle siempre había creído que las piedras que tallaba tenían alma, así que no está realmente sorprendida cuando la gárgola que mira ahora, en su estudio, parezca tan viva y real. Aun así, no puede ser verdad, y con cada momento que pasa, Danielle se pregunta si se imagina cosas o si enloqueció.
Durante seiscientos años, Grellix nunca había soñado en tener una amante o una pareja, contento con su posición como guardián y gárgola. Pero eso fue antes de Danielle, con su sensualidad e innata comprensión hacia la tierra y la piedra. Ahora la desea, pero no le puede explicar los sacrificios que tiene que hacer para que estén juntos.