La batalla estaba cerca y Volodia lo sabía. No necesitaba escuchar las palabras, sus huesos se lo decían. A pesar de su juventud, había vivido otras batallas y el salir airoso de ellas no lo hacía sentirse orgulloso, sino apenado por aquellos que quedaban atrás. Había perdido demasiados amigos en guerras absurdas como para sentirse bien por estar vivo…